La lectura es un
derecho básico del ser humano reconocido en la Declaración Mundial sobre
Educación para Todos (UNESCO, 2000).
Leer es una capacidad intelectual y una
actividad y práctica social (Pellicer, 2006).
La lectura –y su contraparte, la
escritura- son la llave de la educación, el conocimiento, la formación, la
instrucción, la interacción y participación social, económica y cultural.
Leer no es simplemente descifrar o decodificar los signos
gráficos de la escritura,sino que implica la capacidad para comprender, reflexionar,
imaginar y adquirir nuevos conocimientos, pues la lectura nos da la posibilidad
de profundizar en las ideas y desarrollar las propias, al tiempo que resulta una
fuente de experiencias, emociones y afectos (Gómez Morín, 2014).
La lectura involucra, además, la interrelación de todas las
habilidades lingüísticas (hablar, escuchar, leer y escribir) (Romero y Lozano, 2010)
puesto que es “un proceso interactivo de comunicación en el que se establece
una relación entre el texto y el lector, quien […] le va otorgando sentido
particular al texto según sus conocimientos y experiencias en un determinado contexto”
(Gutiérrez y Montes de Oca, 2004:1).
Los expertos destacan que, durante la adolescencia, la
lectura ayuda a los jóvenes no sólo a ampliar su vocabulario, sino también a
desarrollar el pensamiento inferencial y argumentativo y a encontrar
soluciones a sus propios problemas. Siendo una actividad tranquila, la lectura ayuda
a los jóvenes a calmar los nervios y la ansiedad, al tiempo que estimula el
lóbulo derecho del cerebro incidiendo directamente en la capacidad de análisis,
expresión, intuición y creatividad, aumentando las reservas cognitivas y la
capacidad de la mente para defenderse de las enfermedades neuropatológicas como la
demencia.
Leer es comprender, por lo que la lectura representa el
medio por excelencia para adquirir conocimientos. Sin embargo, el conocimiento no
se adquiere por el sólo hecho de leer. Se requiere, además, del propósito y
la experiencia del aprendizaje cuya clave se encuentra en la relación entre lo
que conocemos y lo que estamos aprendiendo. Esto, a su vez, lleva a la
posibilidad de incorporar nuevos conocimientos en un proceso continuo de construcción
que puede no tener límites. Por ello, el aprendizaje está íntimamente
relacionado con la capacidad lecto-escritora pues, a aprender se aprende
leyendo y enseñar sólo se logra enseñando a leer.
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